La historia de los estudios alemanes UFA resulta tan compulsiva como las tramas de sus producciones más espectaculares: una historia de poder, melodrama, logros elevados y tragedia política.
Mary Corliss, Museo de Arte Moderno de Nueva York
Los hermanos Max y Emil Skladanowski (alemanes de origen polaco), pioneros del cinematógrafo alemán, habían inventado el «bioscopio» más o menos en la misma época que los hermanos Lumiere y Edison. Otro pionero fue Oskar Messter, hombre de negocios y productor que desarrolló su propio proyector.
En 1909 Guido Seeber, cámara jefe y director técnico de la Deutsche Bioscop GmbH, realizó el primer diseño para unos estudios de cine alemanes a gran escala, que más tarde serían la sede de la UFA («Universum Film Aktien Gesellschaft» – «Sociedad de Accionistas Universum Film»). En 1911 la Deutsche Bioscop GmbH comienza la construcción de estos estudios en las cercanías de Potsdam: Los trabajos los supervisa el mismo Guido Seeber. Los estudios se inauguran en 1912 con el filme Der Totentanz («La danza de la muerte»). Durante los años siguientes se sucedieron las producciones, como por ejemplo, El estudiante de Praga, rodada en 1913 y una de las películas más emblemáticas y recordadas de esta época. Todas estas películas están aún bajo producción de la Bioscop.
En 1917 se crea la UFA, por iniciativa del general Ludendorff, el cual estimaba que las producciones alemanas no eran satisfactorias ni útiles para una política germana eficaz. La meta era una empresa nacional sólida. Los fondos provenían tanto del gobierno como de las industrias privadas más fuertes del momento, como la Deutsche Bank, A.E.G., Aceros Krupp, etc.
La UFA emprende rápidamente una política de expansión y comienza a anexionarse varias productoras alemanas. Se construyen modernos estudios y se abren nuevas salas de cine (p.e. en Berlin, el UFA Palast Zoo, en 1919). Entre 1921 y 1923, la UFA absorbe la única sociedad que aún se resistía a la nueva unión de la industria cinematográfica alemana: la Decla-Bioscop de Erich Pommer. Con esto, los terrenos de Babelsberg pasan a ser propiedad de la UFA, aunque el viejo estudio sigue funcionando bajo el nombre Decla-Bioscop. A Erich Pommer, en compensación, se le ofrece la dirección de los estudios. Con éste último impulso, la UFA se convierte en una compañía no sólo fuerte, sino también sobresaliente en sus aspectos artísticos. Estos son los años dorados del famoso cine expresionista alemán, con la producción de películas tan emblemáticas como El último hombre, Los Nibelungos, Un vaso de agua, Fausto, Metrópolis, Varieté, El Decamerón o La mujer en la Luna entre otras muchas.
A finales de 1926, los estudios de Babelsberg son los mayores estudios cinematográficos de Europa. Pero también el cine se ve afectado por la crisis económica. Cesan las ayudas del gobierno, y para poder hacer frente a los gastos, la empresa firma los acuerdos Parafumet (Paramount, UFA, Metro). Según el acuerdo, la UFA recibía una compensación económica a cambio de programar en sus estudios el rodaje de 20 películas de la Paramount y otras 20 de la Metro. Finalmente, la UFA se salvó de la bancarrota gracias al nuevo presidente de la empresa, el Dr. Alfred Hugenbert (personaje pro-fascista y jefe de un grupo que se autodenominaba «Los cascos de acero»).
Aquí comienza una nueva etapa, en la que el 7º arte en Alemania empieza a expresarse en la pantallas con una ideología diferente. En 1929, la UFA abre sus nuevos estudios, los más modernos de Europa. Equipados con los últimos adelantos técnicos del momento se inauguran también los estudios de sonido Tonkreuz (Cruz de sonido) – parte del Ángel Azul fue rodada en dichos estudios. Poco a poco, la UFA pasa a ser propiedad de los nuevos políticos. En 1933 queda bajo el control del Ministerio de Propaganda del III Reich (liderado por Josef Goebbels), el cual crea en estos momentos la Reichsfilmkammer (Cámara cinematográfica del Reich). A medida que la política expansionista lleva al III Reich a invadir otros países, se incorporan a la UFA sociedades austriacas, polacas y checoslovacas. La producción está en todo momento controlada por el Ministerio de Propaganda y supervisada personalmente por Josef Goebbels. Las películas son ahora un mero vehículo para el entretenimiento barato y para divulgar la propaganda del régimen. Muchos artistas contrarios al régimen – directores, guionistas, actores, etc. – abandonan Alemania. En 1937 el estado alemán se hace cargo definitivamente de la UFA.
Después de la derrota del fascismo y del fin de la II Guerra Mundial, la UFA queda incautada por los aliados. En 1946, con apoyo soviético, se funda la DEFA, que realiza sus producciones también en los estudios de Babelsberg. En 1955, la UFA resurge (como siempre, con ayuda bancaria e industrial), y vuelve a sus inicios. En 1962, dada la presión de la competencia de la televisión, la UFA abandona la producción cinematográfica para dedicarse exclusivamente a las producciones televisivas.
Actualmente, el Ave Fénix parece resurgir de sus cenizas. Bajo el nombre Studio Babelsberg GmbH sigue produciendo para TV, pero también ofrece sus estudios para producciones internacionales como por ejemplo la fantástica película de Roman Polanski El Pianista, o la superproducción Enemigo a las puertas de Jean-Jaques Annaud. Aunque no participe activamente en la producción de films, sí colabora cediendo los estudios, como sucedió con la película Joe y Max. Y tampoco deja de lado a la industria alemana, al contrario, cada vez apuesta más por ella. Dos ejemplos: Corre, Lola, corre de Tom Twyker, y La seguridad interna de Christian Petzold. El Ave Fénix resurge de sus cenizas.
Francisco Jimenez, Coordinador de la Cinemateca del Goethe Institut